TALITA KUMI
Niña, despierta tú que duermes, “Y haced todo esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de despertaros del sueño; porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando creímos.”
(Romanos 13:11 LBLA)
Por: Claudia Rivera Meza
9 de Octubre, de 2014
Sin ánimo de establecer una crítica en contra de las creencias individuales respecto a opiniones religiosas, consideramos oportuno reflexionar respecto a la situación de la mujer en algunos países de Medio Oriente. En los últimos días hemos sido testigos de la violencia, dolor y muerte a raíz de la guerra en contra de las minorías religiosas, y de la recién formada alianza de muchos países, para combatir y poner fin al grupo denominado Estado Islámico. Este grupo ha torturado, asesinado y perseguido a miles de cristianos, que han tenido que desplazarse de sus lugares de origen para permanecer con vida; y en medio de esta persecución y conflicto, prevalece un grupo cuyo camino a la libertad parece cada día más lejano: las mujeres.
Hace algunos días, una abogada activista de derechos humanos posteó en su cuenta de Facebook pensamientos en contra de la situación actual que vive el Medio Oriente, y a raíz de ello fue sustraída de su vivienda y condenada a cinco días de tortura y a ser ejecutada públicamente. Pero aún sin rebelarse a las normas, la situación cotidiana de la mujer es amigable para en nuestra cultura Occidental. En el Medio Oriente, las mujeres no pueden salir ni a la esquina de su casa sin compañía de un hombre, son sometidas a matrimonios forzados siendo aún niñas, deben cubrirse completamente su rostro y cuerpo si salen a las calles, o de lo contrario pueden ser arrastradas y golpeadas. No tienen acceso a la educación, ni a un trabajo. No digamos que deben aceptar cualquier cosa que digan los hombres, o podrían ser víctimas de palizas.
La Biblia en el primer capítulo de Génesis habla de la creación del hombre y la mujer: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gen 1:27). Tanto el hombre como mujer, somos imagen de Dios, por lo tanto, ambos valemos lo mismo. Al sentirnos importantes de poder actuar y cambiar situaciones como las antes descritas, recordemos que la oración es la que puede mover y transformar al mundo: “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en el cielo; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en el cielo (Mt 16:19)”.
Si quieres lograr un cambio en el mundo, empieza por la oración, y hoy especialmente te exhortamos a que ores por las mujeres del Medio Oriente que en silencio gritan por ayuda, por esperanza, por respeto a su dignidad de seres humanos e hijas de Dios. Oremos para que se abra una ventana de esperanza en los países que están sufriendo guerra en el mundo y las mujeres puedan despertarse a la luz de Jesucristo.