La persecución del mundo contra el pueblo de Dios
“Por tanto, todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos”(Mt 10:32)
Por: Claudia Rivera Meza
3 de Septiembre 2014
Durante los últimos días hemos podido notar, cómo ha iniciado la persecución contra muchos de aquellos que proclaman su creencia por el Único y Verdadero Dios. En Irak, una organización terrorista se ha convertido en una seria amenaza a las minorías religiosas, entre ellas católicos y cristianos, quienes han tenido que huir ante la violencia extrema a que han sido sometidos por sus creencias. Según información del Consejo de Seguridad de la ONU, quienes se oponen a convertirse al Islam son ejecutados. En España, recientemente cerraron la capilla de la Universidad Complutense de Madrid, y tanto sacerdotes católicos como estudiantes tuvieron que organizarse durante varios días en protesta pacífica, para que se les asignara un lugar digno donde seguir reuniéndose. Finalmente les asignaron un aula, pero la capilla que durante mucho tiempo fue un símbolo de la iglesia, para la formación de profesionales en ese país, fue convertida en salón de clase. Por otro lado, el mundo con sus modas, tendencias, consumismo y falta de valores nos persigue a todos aquellos que queremos vivir una vida conforme al Evangelio de Jesucristo. Por ello, si somos entendidos en los tiempos, podemos notar cómo, de la manera más sutil, se está acrecentando una persecución en contra de aquellos que confiesen a Jesucristo como Señor y Salvador.
Las sagradas Escrituras nos muestran cómo desde el inicio el mundo ha perseguido a aquellos que quieren vivir conforme a su creencia de un único Dios. Basta con recordar a Daniel en la cueva de los leones, y a los santos mártires cristianos, sacrificados durante el Imperio Romano. No sabemos qué sucederá en el futuro, pero la Biblia nos habla que en los postreros tiempos habrá persecución al Pueblo de Dios: Por esa razón, es de vital importancia que la iglesia busque la unidad, porque la unidad hace la fuerza, porque uno contra mil, dos contra diez mil, y porque debemos permanecer unidos y ser Uno para enfrentar los desafíos que vendrán en contra de los hijos de Dios.